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En las primeras fases de su desarrollo, el embrión se compone de un conjunto de células sin función definida. Las primeras células en diferenciarse y adquirir una función específica son las células nerviosas, que van a organizar y dirigir el crecimiento del embrión.
Esta función no se termina con el parto, y debe poder desempeñarse sin interferencias para que el niño pueda disfrutar de un crecimiento armonioso con las ventajas que eso le traerá para el resto de su vida y poder desarrollarse en su pleno potencial.
Desde el mismo momento en que un bebé nace se pone a prueba su pequeño organismo, el cual se había habituado al entorno del vientre de su madre.
Es el momento de que su cuerpo se defienda por sí solo en un ambiente nuevo para él. Visto así puede parecer complicado pero la verdad es que está totalmente preparado para ello.
Es lo que llamamos inteligencia innata. Inteligencia porque es un pequeño ser vivo que es capaz de adaptarse al entorno, es una persona independiente que lucha por sobrevivir. Innata porque se da desde el mismo nacimiento, nos acompaña toda la vida, es algo inherente en el ser humano. Esta capacidad de adaptación puede empezar a perderse desde que nacemos.
El trauma que rodea la experiencia del parto queda marcado como una huella en el Sistema Nervioso en el desarrollo del feto y del recién nacido. La primera subluxación vertebral se produce en este momento , dado que el médico tiene que ejercer una gran fuerza para sacar al bebé del vientre de su madre, la cual está tumbada en una postura antinatural para este proceso.
El Síndrome de Parto Traumático (SPT) muestra niños con distintos síntomas como cólicos, menor resistencia a las infecciones (oído, nariz, garganta), problemas de desarrollo (hiperactividad, aprendizaje).
Y eso es solo el principio. Los niños son los que sufren más subluxaciones debido a las múltiples caídas, malas posturas, el parto, el aprender a caminar o ir en bici.
Como una caries silenciosa, la subluxación vertebral afecta todo el organismo del niño sin que a priori se noten los efectos.
El cuidado quiropráctico de la salud aporta bienestar de forma natural y tiene una función preventiva de suma importancia para la calidad de vida de los niños y su rendimiento escolar.
¿Cómo puedo sospechar que mi hijo tiene subluxaciones?
Hay algunas señales de advertencia que nos pueden hacer sospechar de la presencia de subluxaciones: una cadera más alta que la otra, una pierna más corta, omoplatos salientes, un pie torcido hacia dentro o hacia fuera, caidas frecuentes, hombro más alto, estados de agitación, nerviosismo, niños hiperactivos, presencia de escoliosis, sueño agitado,… En cualquier caso el quiropráctico chequeará la columna del pequeño y nos determinará cuál es el mejor plan de cuidado para él.
¿Qué beneficios obtendrá mi hijo con el cuidado quiropráctico?
Los niños que se cuidan con la quiropráctica muestran múltiples beneficios. Son niños más despiertos, con mayor capacidad de aprendizaje, una mayor resistencia a las enfermedades, más energía, una mayor capacidad de adaptación,…
¿Qué puede provocarle a mi hijo subluxaciones?
Las causas son físicas (parto, caídas, peso en mochilas, malas posturas continuadas…), químicas (medicación, vacunas, chucherías, dieta incorrecta…) y emocionales (celos entre hermanos, situaciones familiares comprometidas, exámenes…).
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